Vivimos en un mundo que nos impulsa a acumular, controlar y proteger lo que creemos que es nuestro. Pero, ¿qué pasa cuando dejamos de lado esa mentalidad y entendemos que nada nos pertenece realmente? Cuando reconocemos que todo lo que tenemos es un regalo de la gracia de Dios, nuestra forma de ver la vida cambia radicalmente.
La Biblia nos enseña que "del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan" (Salmos 24:1). Esta verdad transforma nuestra perspectiva: no somos dueños, sino administradores de lo que Dios ha puesto en nuestras manos. Cada talento, recurso, oportunidad e incluso nuestros propios días son un préstamo divino, una invitación a participar en Su propósito eterno. Una visión más amplia y tolerante Cuando entendemos que no somos los propietarios finales de lo que poseemos, dejamos de aferrarnos tan fuerte a las cosas materiales o a nuestras propias ideas de éxito. Este reconocimiento nos hace más tolerantes, no porque nos volvamos indiferentes, sino porque aprendemos a confiar en que Dios tiene el control de todas las cosas. La tolerancia viene cuando aceptamos que cada persona también está bajo el cuidado y propósito de Dios. Ya no sentimos la necesidad de competir o compararnos, sino de colaborar y edificar. Aprendemos a escuchar, a ser pacientes y a valorar las diferencias como parte del diseño perfecto de Dios. Disposición a asumir riesgos con propósito Otra consecuencia poderosa de esta mentalidad es que nos volvemos más dispuestos a asumir riesgos. Cuando entendemos que nuestra vida está en manos de Dios, las decisiones ya no se basan en el miedo al fracaso, sino en el deseo de obedecer y glorificarlo. El siervo que multiplicó los talentos en la parábola de Mateo 25 no lo hizo por codicia, sino porque entendió que estaba administrando los bienes de su Señor. Esa misma confianza en Dios nos impulsa a salir de nuestra zona de confort, sabiendo que nuestras acciones, aunque imperfectas, están respaldadas por un propósito mayor. Vivir con propósito eterno Cuando dejamos de actuar como dueños y empezamos a vivir como administradores, descubrimos la verdadera libertad. Nos liberamos de la ansiedad de "perder" porque sabemos que todo lo que tenemos viene de Dios y es para Su gloria. Esta libertad nos llena de gratitud y nos motiva a vivir con generosidad, invirtiendo en lo que realmente tiene valor eterno: nuestra relación con Dios, las personas a nuestro alrededor y el avance de Su Reino. Al final, entender que no somos dueños de nada es un acto de fe que nos lleva a confiar plenamente en la gracia de Dios. Nos permite descansar en Su soberanía y actuar con valentía, sabiendo que cada decisión, por pequeña que parezca, tiene un impacto eterno cuando la hacemos en obediencia y amor a Él. ¿Estás dispuesto a soltar el control y dejar que Dios te guíe?
Si estos temas resuenan contigo, suscríbete a nuestro Boletín Electrónico!
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Blog de novedadesLes damos la bienvenida! Aquí podrás acceder a materiales de capacitación y novedades sobre nuestras actividades y proyectos. Categorías
Todo
Archivos
Marzo 2025
|
Para más información:
Desarrollado por WE FLY Multimedia Copyright © 2025 - All rights reserved